Su origen se remonta a la Edad Media, es la única letra del alfabeto español originada en España y no formó parte del diccionario de la Real Academia Española hasta
ALBERTO LÓPEZ – Aparecido en El País el día 23 de abril de 2021.
Gracias a letra ñ podemos soñar, pestañear, añadir, enseñar y muchas cosas más. De pequeños
aprendimos la onomatopeya ñam, ñam y también a ponerle la virgulilla que, a modo de sombrero
o ceja sobre la letra n, formaba la ñ. Sin ella no habría mañana ni año ni uñas ni otoño ni piñatas.
Ni se podría decir español, claro, ni tampoco podríamos tomarnos una caña, ni existiría la misma
construcción, pero con dos oes: esa interjección vulgar para mostrar enfado o mal humor también
tan española… Y es que la letra ñ es una seña de identidad que no siempre estuvo ahí y que no
solo existe en el idioma castellano, pero que se reivindica en él constantemente.
La ñ es la decimoquinta letra del alfabeto español y la duodécima consonante. Más de 15.700
palabras en castellano la contienen y más de 350 comienzan por esa consonante con sonido nasal
palatal. El 23 de abril, en el que celebramos el Día del Libro, pero también desde 2010 el Día de
la Lengua Española por una declaración de Naciones Unidas, la letra ñ participa de este
homenaje por su singularidad respecto al resto de lenguas en el mundo y por ser un icono gráfico
de la lengua castellana.
Hay que remontarse 200 años, hasta principios del siglo XIX, para ver el primer reconocimiento
oficial de la Real Academia Española (RAE) a la letra ñ al incluirla en el diccionario en 1803.
Sin embargo, su origen es mucho más antiguo y también más casual, teniéndonos que remontar
hasta la Edad Media.
Ni la letra ni el sonido eñe existían en latín, pero a medida que este evolucionó y empezaron a
surgir las lenguas románicas como el castellano, el francés o el italiano, apareció este sonido
nasal palatal, que significa que el aire sale por nariz al pronunciarla y el dorso de la lengua se
apoya contra el paladar, y que identificamos como eñe.
En la Edad Media, los monjes eran los eruditos de la sociedad. Los monasterios eran los grandes
centros de la sabiduría, donde ejercían de copistas y escribanos y tenían grandes bibliotecas. La
teoría del origen de la letra ñ la sitúa la tradición en este momento histórico por la falta de
pergaminos por su elevado coste y para ahorrar tiempo. Al parecer los monjes se vieron
obligados a abreviar algunas letras duplicadas para encajar el mayor número de palabras en cada
línea. De hecho, una de las primeras letras ñ de la historia la encontramos en un texto fechado en
1176.
La explicación de esta teoría es que sobre la letra duplicada que no se suprimía se escribía un
trazo horizontal, conocido en la actualidad como virgulilla (~) porque parecía una serpiente. Es
decir, que lo que conocemos como la letra ñ es en realidad el resultado de la abreviatura de
dos enes consecutivas: así, por ejemplo, de donna surgió doña.
El sonido de la nueva letra también tiene su propia teoría. Según esta, la eñe surgió para dar voz
a algunos fonemas heredados del latín que aparecieron en el siglo IX como formas distintas de
transcribir el sonido. Entre estas combinaciones se encontraban la doble n en palabras
como annus (año), mn en palabras como damnu (daño), gn en palabras
como pugnus (puño), ng en palabras como ringere (reñir) y la sílaba ni más una vocal en
palabras como senior (señor).
Estas composiciones de letras suponían para los monjes una inversión de tiempo, así que en su
afán de economizar surgieron distintas adaptaciones según las lenguas. El castellano y el gallego
optaron por esta fórmula de la ñ escrita y pronunciada, mientras que el portugués creó la
combinación nh (Espanha), el francés y el italiano optaron por la combinación gn (Espagna) y el
catalán introdujo la fórmula ny (Espanya).
La combinación de los fonemas anteriores se continuó utilizando de manera indistinta hasta el
siglo XIII, cuando el rey Alfonso X, El Sabio realizó la reforma ortográfica siguiendo su política
de unificación lingüística. El monarca, fiel a su apodo, era un gran lector, escritor e intelectual de
la época, e introdujo la eñe como la opción preferente para reproducir las combinaciones
fonéticas anteriores y fijar así las primeras normas del castellano. Cuando su uso estaba
extendido por la Península Ibérica, Antonio de Nebrija incluyó la ñ en la
primera gramática española de 1492.
Pero las conquistas y los cambios de la letra ñ a lo largo de más de mil años de historia también
tuvieron un sobresalto reciente, y es que incluso estuvo a punto de desaparecer, al menos en la
escritura…
La pesadilla se remonta a los años 90 del siglo pasado, cuando por exigencia de la entonces
Comunidad Económica Europea (CEE) se planteó eliminar la ñ para favorecer la uniformidad de
los teclados de escritura de los aparatos tecnológicos. Se pretendía de esta manera primar el libre
mercado y condenar una medida calificada de proteccionista con España y su letra ñ. De hecho,
internet marginaba esta letra (junto a tildes y diéresis), que no pudo aparecer en las direcciones
de correo electrónico ni de dominios web en España hasta el 2 de octubre de 2007.
Al español, segunda lengua más hablada del mundo con casi 600 millones de personas en la
actualidad, y concretamente a la ñ, le salieron defensores desde dentro y desde fuera de España.
Hasta el premio Nobel Gabriel García Márquez clamó contra la injusticia y el atropello con
vehemencia: “Es escandaloso que la Comunidad Europea se haya atrevido a proponer a España
la eliminación de la ñ solo por razones de comodidad comercial. Los autores de semejante abuso
y de tamaña arrogancia deberían saber que la ñ no es una antigualla arqueológica, sino todo lo
contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejo atrás a las otras al expresar con una
sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos”.
La polémica se acabó cuando el Gobierno español, para consolidar la protección de la letra ñ,
aprobó un Real Decreto el 23 de abril de 1993 que mantenía la obligación de la ñ en los teclados,
acogiéndose al Tratado de Maastricht, que admitía excepciones de carácter cultural que ya
existieran antes de la creación de la UE.
En el siglo XXI la letra ñ se ha convertido en un símbolo muy utilizado para representar la
identidad del idioma castellano. Por ejemplo, el editor Bill Teck, autor del Diccionario oficial de
Spanglish, denominó la cultura hispana y su influencia en Estados Unidos como la generación Ñ
y publicó una revista con ese nombre. La eñe también ha sido el reclamo de selecciones
deportivas y de organizaciones como el Instituto Cervantes y la Asociación Nacional de
Periodistas Hispanos, que han adoptado la letra como su marca.
Poco a poco, la eñe va normalizándose también en la lengua inglesa. Aparece en inglés en
algunos términos de origen español, como jalapeño, piña colada y El Niño, aunque en otras
palabras, como la española cañón, se adaptaron como ny, por lo que el Gran Cañón del Colorado
se escribe Grand Canyon. Hasta mediados del siglo XX la adaptación de la ñ como nn era lo más
común en inglés, como en la frase battle of Corunna, pero en la actualidad casi siempre se
respeta la grafía española, y hasta existe una asociación llamada Society for the Advancement of
Spanish Letters in the Anglo Americas (SASLAA), que se encarga de promover la adopción
permanente de la ñ en la lengua inglesa.
Sin embargo, ni la letra ni el fonema son exclusivos del castellano. En la Península Ibérica, tanto
el gallego como el asturiano y el euskera, aunque de forma muy reducida, la utilizan. En
Hispanoamérica hay muchas lenguas indígenas como el mixteco, el zapoteco, el otomí, el
quechua, el aymara, el mapuche y el guaraní que también cuentan con la ñ en sus alfabetos. Otras
culturas que también tuvieron contacto con el castellano cuentan con la ñ, como el papamiento
de Curazao, el tagalo y el chabacano de Filipinas, el bubi de Guinea Ecuatorial o el chamorro de
Guam.
También el tártaro de Crimea, el malayo y el nauruano la utilizan, y en el caso de muchos
idiomas de Senegal; por ejemplo en el idioma wólof, la ñ se usa como en español para el sonido
nasal palatal. Senegal es único de los países de África Occidental que utiliza esta letra.
Asimismo, en el idioma tetun de Timor Oriental también se adoptó la ñ para representar el
mismo sonido en préstamos portugueses representados por nh.
Larga vida, por tanto, a la letra ñ en el Día de la Lengua Española. Es la única letra que se
originó en España y que, a pesar de su excepcionalidad, ya que es muy poco frecuente y suele
aparece apenas 0,3 veces de cada 100 palabras, encierra con personalidad, tanto en su grafismo
como en su pronunciación, una parte importante de la identidad cultural hispana en el mundo.